domingo, 18 de mayo de 2008



El cuchillo artesanal visto por un usuario



Aunque puede hacerse una clasificación más precisa y exquisita, en principio los compradores de cuchillos pueden dividirse en dos grandes grupos: usuarios y coleccionistas. Es una taxonomía muy burda, pero que nos servirá sin mayores refinamientos para discutir el tema que nos ocupa. La categoría de “usuario” engloba a quien adquiere un cuchillo con el objeto de utilizarlo para el fin que sea, mientras que el “coleccionista” será aquel que planea admirar la pieza en una vitrina.
Mi propósito es explorar las bondades de las piezas de cuchillería artesanal como herramientas, poniendo en segundo plano las cualidades que suelen atraer más al buscador de piezas de arte, y concentrándome especialmente en los usuarios argentinos.

¿Cuáles son las maravillosas propiedades de estos cuchillos?
Por empezar la más obvia ventaja que ofrece una pieza artesanal es la posibilidad de adecuarla a las necesidades y caprichos de su dueño. Podemos diseñar un cuchillo que tenga exactamente lo que queremos, con nuestros materiales favoritos, totalmente ajustado a nuestras preferencias. Las más locas fantasías pueden plasmarse en acero.

Un viejo cuchillo que captura nuestra atención desde las añosas páginas de un libro amarillento puede ser la inspiración para un fiel compañero de cacerías. Así fue como conocí a Mariano Gugliotta, hace algunos años después de leer un libro de George Washington Sears (“Nessmuk”) le mostré el diseño de su cuchillo a Mariano en una feria en La Rural y le encargué la confección de uno similar. Quedé muy conforme con mi cuchillo “Nessmuk”, al que pronto se unieron muchas otras creaciones de Mariano.

También se pueden obtener herramientas especializadas que sería imposible conseguir de otro modo, ya que los fabricantes de cuchillos industriales deben seguir los deseos de la mayoría, mientras que un artesano cuchillero sólo debe preocuparse por lo que desea cada cliente individual. A modo de ejemplo utilizaré otra pieza de Mariano Gugliotta, un cuchillo cuya hoja está a mitad de camino entre sheepfoot y wharncliffe, de proporciones extrañas para muchos: Lomo relativamente fino, hoja no muy larga (apenas debe superar los diez centímetros) y bastante ancha. Pues bien, se trata del cuchillo perfecto para mi manera de trabajar el cuero, lo utilizo para confeccionar vainas y realizar trabajos de soguería (un pasatiempo que disfruto mucho). El diseño, la elección de materiales (sobre todo la hoja de D2, para poder trabajar un buen rato sin tener que afilar), todo responde a mis necesidades y gustos particulares. Si le agrada a alguien más es por pura coincidencia. Ni Spyderco, ni Victorinox pueden darse el lujo de producir un “Modelo Francisco” que me guste sólo a mí, están obligados a complacer a un segmento mucho mayor del mercado.

Este “egoísmo” en el diseño es una de las mejores cualidades de los cuchillos artesanales. Pero no la única. Muchas compañías cuchilleras ofrecen una buena garantía, algunas cubren sus cuchillos sin reservas, pero pocas igualan la garantía de un artesano orgulloso de su trabajo. Para un artesano su reputación va en cada hoja que forja y muchas veces la única “publicidad” que obtiene son los comentarios que sus clientes hacen en diferentes medios. Por eso respaldan sus obras con excelentes garantías, cuya única condición suele ser que el cuchillo sea usado como tal y no como martillo, barreta o destornillador. Incluso repararán, por una pequeña suma, daños causados por verdadero abuso del cuchillo. Este servicio es importante para quienes planean utilizar un cuchillo, sobre todo en actividades al aire libre en donde es importante confiar al cien por ciento en el equipo que nos acompaña. Una garantía sólida refleja confianza en la confección de la pieza.

Elegir al artesano correcto es un paso fundamental. Para cada cliente, y hasta cierto punto para cada pieza, hay un cuchillero perfecto. Como clientes debemos investigar cuidadosamente los trabajos de los diferentes artesanos antes de efectuar un pedido. Idealmente debemos encontrar un artesano que realice cuchillos de un estilo similar al que buscamos, que suela usar los materiales que nos agraden y que tenga un perfil de cliente similar al nuestro. Las ferias y exposiciones son un buen lugar para ver cuchillos y hablar con sus autores para poder informarnos directamente desde las fuentes. Internet también permite aprender mucho sobre las obras de muchos cuchilleros y sobre las opiniones de sus clientes.
Una de mis grandes satisfacciones como usuario es cuando logro unir una pieza que me interesa con un artesano que es el indicado para hacerla. Muchos cuchilleros aceptarán encargos que se salgan del estilo que prefieren hacer, pero esto traerá desventajas para nosotros. Por empezar, es muy probable que el precio aumente considerablemente. Es usual que un artesano cobre una suma mayor de lo normal por fabricar un cuchillo que no le agrada o trabajar con materiales que por alguna razón prefiere evitar. Por ejemplo, un cuchillero que no desea trabajar con acero inoxidable cobrará más cara una pieza en la que le pidan que lo utilice. Generalmente tratará de convencer al cliente de cambiar a otro acero, o de adaptar los detalles que no le parecen correctos del diseño. Es fundamental como clientes aprender a distinguir entre un artesano interesado en la pieza que ofrece consejos y uno que no está muy convencido de tomar el trabajo que simplemente desea hacer cambios para hacerlo más tolerable.

Una breve investigación previa de sus piezas anteriores, una corta charla o un par de e-mails suelen ser todo lo que se necesita para saber si un cuchillero es el adecuado para nuestro proyecto o no. Idealmente, el proyecto debe entusiasmar tanto al autor como al futuro dueño, de modo que ambos lo consideren “su” cuchillo, un artesano que hace propio el interés del cliente por una pieza trabajará con más ahínco y mejor predisposición general. Por ejemplo, cuando empecé con la idea de mi local busqué imágenes del escalador George Mallory y entre ellas me crucé con su cuchillo. Se trataba de un plegable clásico de la época, inglés hasta el tuétano con su hoja lambsfoot, mango de asta de ciervo y otros detalles que me encantaron. Decidí tomarlo como inspiración para un diseño propio que le encargué a Diego Attwell. Elegí a Diego porque trabaja con los materiales que yo deseaba en mi cuchillo (O1 para la hoja, alpaca para los bolsters, etc) y disfruta haciendo cuchillos inspirados en antiguas piezas inglesas. Además sabía que ya tenía unos cuantos plegables de este tipo en su currículum y mi consejero en cuestiones cuchilleras, Mariano Gugliotta, lo recomendaba mucho por su buena atención general al cliente. Intercambiamos un par de mensajes en los que Diego me ofrecía algunos consejos y nació esta pieza que es exactamente lo que buscaba.

Para que quede bien claro lo repito una vez más: el cliente tiene la obligación de investigar lo mejor que pueda para encontrar al artesano más adecuado. Esta inversión de tiempo será recompensada con otra de las ventajas de la cuchillería artesanal: los conocimientos específicos del artesano adquiridos a través de su experiencia y el trato con sus clientes. No me refiero a los conocimientos de metalurgia o manejo de materiales para cabos y vainas, sino a los que se obtienen a través del intercambio de información con clientes de gustos similares.

Veámoslo así, yo soy un cazador que se siente atraído por los cuchillos forjados con un toque “rústico” o neo-tribal. Podría recurrir a un buen artesano que se dedique sobre todo a cuchillos plegables y de hoja fija tácticos para pedirle una pieza y es muy probable que haga un trabajo al menos bueno. Sin embargo, sólo contará con la información que yo pueda suministrarle, amén de sus propias pesquisas. Por otro lado, si eligiera un cuchillero que se dedica a la forja “de frontera” que me gusta y además tiene clientes que utilizan sus cuchillos en salidas de caza, no solo contaré con mis propios conocimientos y los del artesano, sino con todos los datos, consejos y secretos que ha obtenido de sus clientes. La relación entre el cliente y el artesano es enriquecedora para ambos si se pone el empeño necesario en reunir al proyecto con el cuchillero más acorde con nuestros gustos y necesidades.
Siempre hay que recordar que lo más valioso de un cuchillo artesanal no son los materiales ni los insumos de taller: lo más valioso son los conocimientos del artesano. Por eso dos piezas aparentemente iguales pueden tener grandes diferencias de precio y performance. Pero es fundamental recordar que para poder aprovechar al máximo esos conocimientos debemos hacer una elección responsable de artesano.

Y esto de la elección responsable me lleva a otro tema, el de saber conocer los límites de cada artesano. En este rubro tan rico y variado hay verdaderos maestros cuchilleros, prometedores aprendices y todo lo que puedan imaginarse en el medio. Todos tienen algo que ofrecerle al usuario. Personalmente disfruto mucho cuando encuentro un nuevo talento, creo que todos disfrutamos con el crecimiento para el ambiente cuchillero que significan los nuevos artesanos. Gracias al afán educador de muchos maestros cuchilleros cuentan con muy buenos mentores que se aseguran de que avancen con paso firme. Ahora bien, sería bastante mala idea encargarle a un artesano que recién se inicia la confección de una pieza muy compleja que requiere los conocimientos y el savoir faire de alguien mucho más experimentado. Es muy posible que el artesano acepte gustoso el pedido, emocionado con su primera pieza de lujo y quizás tentado por el desafío, pero también es igual de posible que el resultado final no sea ni lo que el autor o el cliente esperaban, frustrando a ambos.

Hay que informarse, siempre con tacto y respeto, del nivel de cada cuchillero antes de pedirle cosas que exceden sus posibilidades técnicas. Incluso hay oportunidades en que esta limitación se debe a la falta de alguna herramienta en su taller, la mayoría de los artesanos van completando su espacio de trabajo de a poco, ya que se trata de maquinaria costosa y muchas veces tan artesanal como sus cuchillos. Siempre es preferible obtener una pieza de menor complejidad, pero que esté correctamente realizada. Siguiendo este simple precepto surgido del más puro sentido común podremos disfrutar de piezas muy interesantes a precios más asequibles que los de artesanos más experimentados y conocidos.

La paciencia es una cualidad absolutamente necesaria para poderle sacar el jugo a todo lo que tiene que para ofrecer la cuchillería artesanal. A veces el cuchillero que reúne todas las cualidades de conocimientos y diseño no utiliza los materiales que deseamos, este ejemplo lo tomo de mi propia experiencia. Conocí a un artesano que sabe mucho de caza por experiencia propia, realizaba cuchillos de los que me gustaba todo menos el acero y la sección de corte. El diseño era muy bueno, basado en lo que le habían enseñado algunos años de experiencia en el campo, el ajuste de guardas y cachas, así como el tratamiento de las maderas era impecable, pero no me convencía el acero ni los biseles cóncavos. Tiempo después me enteré que no hacía biseles planos porque simplemente no tenía una lijadora de banda adecuada. Podría haber cedido a la ansiedad y comprado uno de sus cuchillos, probablemente hubiera terminado en una vitrina. Esperé y, felizmente, empezó a utilizar su nueva lijadora de banda, probó nuevos aceros fruto del aprendizaje natural y la experiencia que iba acumulando como artesano. Entonces le encargué un cuchillo, en él se conjugaron todas las características que buscaba. Así que si no saben esperar, aprendan, vale la pena.

Es probable que esta advertencia sea absolutamente en balde por su obviedad, pero siempre eviten a los cuchilleros que dan información vaga sobre sus piezas, que se apoyan en alguno de los muchos mitos populares sobre las herramientas de corte para justificar su calidad o que parezcan hacer las cosas sin un método demasiado claro. Lo cierto es que los grandes artesanos de la actualidad utilizan un proceso casi científico, adquieren su acero de proveedores confiables, realizan los tratamientos térmicos con cuidado y siguiendo lineamientos claros para cada acero e invierten en insumos de calidad. Alguien que recicla flejes de amortiguación, por citar una costumbre casi folklórica, no está seguro del tipo de acero que está usando. Lo más probable es que sea 5160, pero también puede ser 9260 que requiere un tratamiento bastante distinto. Así como no puede estar seguro del tipo de acero que está utilizando, tampoco puede saber a qué tensiones estuvo sujeto, si tiene micro fisuras, etc. ¿Esto significa que todos los cuchillos hechos a ojo y con materiales reciclados son malos? No, de ninguna manera. Pueden surgir excelentes herramientas, pero no hay forma de estar seguros. La falta de consistencia en los materiales y su tratamiento lo transforman en una especie de ruleta: se puede ganar o perder. El problema es cuando utilizamos el cuchillo en una situación en la que una falla puede causarnos serios inconvenientes.

Entonces, recapitulando, en un cuchillo artesanal obtenemos un diseño único, una buena garantía, el beneficio de años de experiencia del artesano y sus clientes. ¿Todo esto se traduce en un desempeño superior al de un cuchillo industrial de fabricación en serie? Podríamos discutir esto durante horas, citando muchos ejemplos a favor de una y otra postura. Lo cierto es que hay tantos cuchillos de fabricación en serie distintos y tantos cuchillos artesanales diferentes, que es imposible hacer una comparación justa. Los cierto e indiscutible es que hay piezas que sólo un artesano puede hacer y procesos que sólo son viables en una producción pequeña.
Ahora bien, si agregamos un pequeño dato a la comparación, podremos sacar conclusiones más útiles. Estamos en Argentina, con todas sus taras y sus buenas cualidades. Los buenos cuchillos de producción en serie, dejo lugar a muy contadas excepciones, vienen del exterior y su precio se incrementa por costos de envío e impuestos hasta alcanzar casi el doble del precio en su país de origen, es un fenómeno que he sufrido primero como aficionado a los cuchillos y ahora como comerciante. No voy a dar precios de piezas artesanales porque lo considero de mal gusto, pero basta con decir que los artesanos argentinos tienen precios excelentes considerando la calidad que ofrecen. Tan convencido estoy de eso que los únicos cuchillos de hoja fija que ofrezco en mi local son artesanales. Los plegables son otra historia, honestamente espero estar en aquí en unos años celebrando la gran calidad y variedad de los cuchillos plegables artesanales pero por ahora son pocos los artesanos que los hacen, aunque producen piezas exquisitas.

Hay una controversia que acompaña a cualquier discusión sobre cuchillos artesanales en todos los rincones del planeta: ¿forjado o desbaste? Hay quienes sostienen que la hoja forjada es innegablemente superior, como Ed Fowler en sus muchos videos y artículos. Creo que la mejor explicación la da Kevin Cashen (les recomiendo su página a todos). Él dice que el forjado sólo da ventajas en ciertos cuchillos, en general grandes y curvos como un khukuri en los que las vetas del acero pueden orientarse de forma más ventajosa para evitar puntos frágiles. Fuera de estos ejemplos particulares, el forjado tiene la ventaja de que permite ciertas cosas como el botón de nuestros amados puñales criollos, y un mayor aprovechamiento del material. Cashen defiende la postura de amar el forjado por el forjado mismo, simplemente porque es una técnica hermosa que tanto el cuchillero como el cliente disfrutan.
Esa es mi postura, salvo que se trate de un khukuri en donde el forjado es imprescindible o de un cuchillo con toques rústicos en donde la forja es parte del “carácter” de la pieza, me da lo mismo cómo se realice el cuchillo. Admito que me gustan más los cuchillos forjados, pero por razones absolutamente irracionales, si me perdonan el oxímoron, me resultan más agradables de un modo totalmente subjetivo. Del mismo modo que prefiero un acero al carbono que se vaya manchando y oscureciendo con el uso al mejor inoxidable pulido a espejo. Esa es otra bella cualidad de los cuchillos artesanales: dan lugar a nuestros caprichos.

Además de comprarlos por encargo, es probable que nos encontremos con cuchillos artesanales en ferias, exposiciones y en algunos comercios. Lamentablemente la palabra “artesanal” se utiliza sin demasiados escrúpulos para las más variadas mercaderías, quitándole categoría a las piezas artesanales de verdadera altura. Creo que Alfredo Kehiayán explicó perfectamente qué es un cuchillo artesanal, le recomiendo a cualquiera que busque su artículo (aquí pueden ver un resumen http://www.kehiayan.com.ar/Miscelaneas2.html).

A veces es difícil saber quiénes son los verdaderos artesanos, sobre todo si no conocemos a demasiados de los expositores en una feria (algo muy común si nos encontramos fuera de nuestra ciudad de residencia), pero hay pistas simples para desenmascarar a los farsantes y a los improvisados. En primer lugar, una gran cantidad de piezas sobre la mesa nunca es buena señal. Un artesano produce relativamente poco y, si es bueno, vende bastante, así que difícilmente pueda reunir medio centenar de piezas para una exposición. En segundo lugar, un artesano realmente seguro de sus métodos los comparte con sus potenciales clientes sin rodeos o cuentos extraños. Un buen cuchillero puede enumerar las razones por las que prefiere tal o cual acero, o por las que sus cuchillos son convexos, cóncavos o tienen mangos naranjas; podemos compartirlas o no, pero será un debate medianamente sensato.

Ante explicaciones como “Es acero Solingen” o “El tratamiento térmico es un secreto familiar” hay que huir.

En el caso de tratarse de un vendedor que ofrece piezas artesanales, debe conocerlas tan bien como su autor. Su trabajo es familiarizarse con ellas y ser preciso en las descripciones. Es más, y espero poder cumplir siempre con esto, tiene una mayor obligación que el cuchillero de conocer las piezas y sus materiales porque tiene una obligación no sólo con el cliente sino con el artesano que confió en él para ocuparse de la venta de sus piezas. Un artesano puede vender un cuchillo estilo Kephart sin mayores explicaciones, un comerciante como yo tiene la obligación de informarse sobre el origen de ese cuchillo y transmitirle al cliente esa información. Es su trabajo saber que Horace Kephart se inspiró en el viejo y conocido Dadley de Green River, y que su editor luego lo forzó a utilizar un Woodcraft de Marble’s porque Webster Marble’s invertía mucho dinero en las revista de dicho editor.

Para terminar y no abusar de su paciencia, intenten aprender sobre los diferentes artesanos que trabajan en nuestro país, comparen con los precios de cuchillos a nivel mundial y, finalmente, dense el gusto de diseñar una herramienta que los complazca sólo a ustedes, encuentren a su cuchillero y vean por ustedes mismos las formidables prestaciones que puede darles una pieza cuidadosamente concebida y cuidadosamente creada.

Francisco Malini Verdu

Charlas para coleccionistas

Este es un grupo de artesanos y coleccionistas que nos unimos para fomenatar el forjado artesanal de cuchillos y armas blancas. Siempre tratando de realzar la importancia cultural que tiene la cuchilleria en nuestro pais y otros.

¿Que es un cuchillero forjador? Es un artesano de la cuchilleria que elige para la construccion de sus hojas el metodo de forjado.
¿Quienes pueden ser parte del grupo? Todos aquellos, artesanos o no, que compartan nuestros ideales y que quieran unirse seran bienvenidos.
¿Puede un cuchillero que no forja unirse? Si claro que puede, hay muchos y muy buenos cuchilleros que prefieren otros sistemas de construccion y que pueden sin duda unirse.
¿Como aprendo a forjar? Esta agrupacion cuenta con un sistema de escuelas, programas, e instructores que son los encargados de difundir el viejo arte.